El Colegio Nuestra Señora del Carmen de Valladolid celebró el pasado viernes uno de los actos más esperados y emotivos del curso: la graduación de los alumnos de 2º de Bachillerato, promoción 2024-2025.
La jornada de graduación de la promoción 2024-2025 de 2º de Bachillerato del Colegio Nuestra Señora del Carmen de Valladolid comenzó con una solemne eucaristía, presidida por el arzobispo de Valladolid, D. Luis Argüello. Fue un momento de recogimiento, agradecimiento y esperanza compartida, en el que alumnos, familias y profesores pusieron en manos de Dios todo lo vivido durante estos años y el futuro que ahora se abre ante los jóvenes graduados.

El acto fue presentado con cercanía y emoción por los tutores de 2º de Bachillerato, Pablo Baz y Adriana González, quienes guiaron cada momento de la ceremonia con palabras llenas de afecto, haciendo de hilo conductor entre recuerdos, actuaciones y discursos que marcaron la despedida de esta etapa tan especial.

La ceremonia comenzó con la entrada solemne de los protagonistas del día, acompañados por una cálida ovación del público, entre los que se encontraban familias, profesores, antiguos alumnos y personal del centro.

El ambiente festivo y de celebración estuvo presente durante todo el acto, que se desarrolló con una cuidada combinación de palabras, música y emociones compartidas.














































Tres alumnas —Alena Álvarez, Helen Gallego y Sofía Sanz— fueron las encargadas de poner voz a los recuerdos de su generación. Con emoción, humor y mucha nostalgia, ofrecieron un discurso que capturó la esencia de su paso por el Colegio Nuestra Señora del Carmen. Comenzaron recordando que, para muchos, esta ha sido su casa desde los tres años, y que a lo largo del camino han vivido sus primeras veces: exámenes, cumpleaños, caídas, amistades… y ahora, su primera gran despedida.
El discurso fue un homenaje sincero y entrañable al personal docente y no docente del colegio. Nombraron con cariño a cada profesor, desde infantil hasta bachillerato, relatando anécdotas divertidas, aprendizajes significativos y momentos que marcaron sus vidas. Mencionaron viajes memorables —como San Sebastián, Italia y Madrid— que se convirtieron en capítulos clave de su historia compartida. También dedicaron palabras especiales a sus tutores y a figuras como el portero Antonio, cuya amabilidad a las 8 de la mañana fue destacada con humor y afecto.
Con agradecimiento, recordaron a sus familias por su apoyo constante y por haber estado a su lado incluso en los momentos más difíciles. No faltaron guiños a herramientas modernas como “ChatGPT” (al que se refirieron cariñosamente como “Chati”), ni bromas internas que arrancaron risas y miradas cómplices.
El discurso cerró con una reflexión profunda sobre el paso del tiempo, los aprendizajes más allá de los libros, y la incertidumbre que conlleva esta nueva etapa de la vida. Con los ojos puestos en el futuro, reconocieron que dejan atrás versiones de sí mismos y que este final marca también un nuevo comienzo: el de convertirse en quienes están destinados a ser.



La música también tuvo un papel destacado. El clarinetista Diego Pariente, acompañado de su tutor Pablo Baz al acordeón, ofreció una primera actuación que llenó el salón de matices y nostalgia.

A continuación, Rodrigo Manteca emocionó a todos con su interpretación a la guitarra.

El reconocido saxofonista José Luis Gutiérrez, padre de una alumna del colegio, compartió unas sentidas palabras cargadas de emoción y gratitud. Recordó con cariño sus vínculos personales con el centro, donde conoció a su esposa y donde hoy se gradúa su hija menor. Agradeció especialmente a su profesora de música, Lola, quien descubrió y potenció su vocación musical en los inicios, cuando él era alumno del colegio. Como homenaje, deleitó a los presentes con una breve pieza interpretada al saxofón, llena de sensibilidad y significado. Finalizó su intervención felicitando a los graduados y expresando su profundo agradecimiento al colegio, al que considera parte esencial de su vida. “Gracias y hasta siempre”, concluyó entre aplausos.




Uno de los momentos más simbólicos fue la entrega de bandas, diplomas y un recuerdo personalizado a cada uno de los alumnos, que se acercaron al escenario entre aplausos y sonrisas. La coordinadora de sección, Mª Jesús Lucas, y la secretaria del centro, Mª Inmaculada Pastor, fueron las encargadas de llamar a cada estudiante.

Posteriormente, el director pedagógico, D. Daniel Encinas, dirigió unas palabras llenas de reconocimiento, valorando el esfuerzo, la evolución personal y académica de cada alumno durante estos años. Destacó que este momento no representa un final, sino una puerta que se abre hacia nuevos caminos. Con cercanía y gratitud, recordó el recorrido de los estudiantes, su evolución personal y académica, así como el papel crucial de las familias y el profesorado en ese proceso. Reivindicó el valor del colegio como espacio de formación en conocimientos y, sobre todo, en valores como la solidaridad, el respeto, el cuidado del otro y el compromiso con una sociedad mejor. En un contexto global marcado por la incertidumbre, animó a los jóvenes a mantener viva la llama del pensamiento crítico, la curiosidad y la apertura al mundo. Apoyado en una célebre cita de Einstein, les instó a mantener la mente y el corazón abiertos, recordándoles que la inteligencia unida a la bondad es el camino hacia una sociedad más justa y humana. Finalizó con un consejo lleno de afecto: no temer al futuro y confiar en lo aprendido y en quienes siempre han estado a su lado.

El director titular D. Carlos Diez Menéndez dirigió unas emotivas palabras a los alumnos y sus familias, poniendo en valor la importancia del momento vivido. Comenzó agradeciendo la confianza depositada por las familias y el esfuerzo de los estudiantes, reconociendo también la vocación y dedicación del profesorado. Su discurso giró en torno a cuatro palabras clave: gracias, felicidad, vocación y hasta pronto. Animó a los alumnos a buscar una felicidad auténtica que nazca de su proyecto de vida y de entregarse a los demás. Les instó a no dejarse arrastrar por las modas, a discernir su vocación con libertad y valentía, y a afrontar con determinación los nuevos peldaños que vendrán tras esta graduación. Finalizó recordando que el colegio seguirá siendo su casa, siempre con las puertas abiertas, y deseándoles un camino lleno de éxitos y sentido.

Cerró su intervención con la entrega del Premio a la Excelencia a la alumna Sofía Sanz, destacando su compromiso y dedicación alumnado durante todas sus etapas dentro del colegio.



El broche final lo puso el arzobispo de Valladolid, D. Luis Argüello, quien ofreció una bendición y unas palabras de aliento para estos jóvenes que ahora emprenden nuevos caminos. Subrayó el valor del colegio como espacio de encuentro y comunidad, donde los alumnos han vivido una experiencia de crecimiento compartido y trabajo en equipo. Recordó el compromiso de la Iglesia Diocesana con la educación, expresando el deseo de que el colegio continúe creciendo en identidad y siga ofreciendo a los jóvenes un camino para descubrir el sentido profundo de la vida. Además, destacó la figura de la Virgen del Carmen, patrona de los navegantes, invitando a los alumnos a confiar en ella como guía y protectora en su travesía vital, especialmente en los momentos de dificultad. Concluyó animando a todos a mantener vivo el espíritu de familia, comunidad e Iglesia que caracteriza al centro, y felicitó a los presentes por este momento tan especial en sus vidas.

La ceremonia concluyó con una emotiva despedida, agradeciendo la asistencia de todos los presentes. Con música de fondo y un fuerte aplauso, despedimos a esta promoción, deseándoles todo el éxito del mundo en su próxima etapa.
Sabed que aquí, en vuestro colegio, siempre tendréis un lugar al que volver.